‘Breaking bad’. Walter White.

Una mente brillante. Un cáncer terminal. Walter White, padre de familia ejemplar, al frente de ambos acontecimientos. Esto es ‘Breaking bad’, una oportunidad para dejarse llevar, del modo más imprevisible e inesperado, hacia un mundo del todo peligroso. Lo que empieza como un juego suicida, una medida desesperada, termina por convertirse en el día a día de nuestro protagonista: ya está dentro del negocio.

La idiosincrasia de White cautiva al espectador. Junto a su compañero, Jesse Pinkman, forma un dúo cuyas andanzas, en torno al mundo del narcotráfico, supondrán uno de los más brutales retratos que se haya hecho acerca de los bajos fondos. No es Nueva York. Tampoco Baltimore. Estamos en Albuquerque, y el fantástico Bryan Cranston no es más que un profesor de química que ha decidido romper las reglas del juego. Original y tremendamente adictiva. 

9/10

‘Sidewalks of New York’. Postales neoyorquinas (II).

Edward Burns volvía a sorprender allá por el 2001 con ‘Las aceras de Nueva York’, una historia sencilla que gravitaba en torno a los enredos propiciados por esa cosa tan loca que tiene distraída a tantísima gente: el amor.

La narrativa se adecuaba al tema, mostrándonos un collage sentimental un tanto alocado, caótico y agitado. Rodeada de un reparto excepcional (Heather Graham, el propio Burns, Stanley Tucci, Britanny Murphy, Rosario Dawson, Dennis Farina, Aida Turturro, David Krumholtz) e impulsada por unos diálogos ingeniosos y atinados, la historia recorre así el sendero en el que ha decidido inmiscuirse, sabedora de los temores que en él acechan: vértigo e imprevisibilidad. Es el amor, mostrado en sus distintas dimensiones (no es exhaustivo): la primera vez, crisis matrimoniales de todo tipo, las dulces amantes y los malévolos infieles, el sempiterno cortejo, las citas románticas, las promesas cumplidas (y también las rotas), los miedos y temores de una nueva relación o las llamadas en espera, distintas situaciones que a más de uno seguro que le parece familiares. Y todo, al abrigo dado por ese fascinante paisaje urbano que siempre propicia una ciudad como Nueva York.

En fin, una comedia tan liviana como agradecida de ver. En tal sencillez y espontaneidad reside el punto fuerte del film, pues Edward Burns consigue así levantar la empatía del espectador, entreteniéndonos la velada con ese romanticismo tan peculiar y cercano que irradian sus historias. Otra postal más para la colección.

7.5/10

‘Shotgun stories’. Quieta y dolorosa.

Jeff Nichols apunta maneras en esta su ópera prima. Muestra dotes de buen cineasta, desplegando un talento innato para ofrecer una narrativa lírica, dolorosa, plácida y, en definitiva, paradójica. Es decir, consigue sacar de la quietud un paisaje devastador, agónico, dando al final con un estado de calma exasperante.

La historia es sencilla. El leitmotiv argumental viene dado por una afrenta entre dos grupos de hermanos. Todos comparten sangre por parte de padre, sin embargo el recuerdo que de una misma persona guardan unos y otros es totalmente distante, extremo. Para unos era un borracho sin corazón que dejó como legado una familia desestructurada y errante. Para otros un hombre digno y benévolo, padre de familia ejemplar. En medio, una espalda llena de cicatrices, un funeral y unas palabras. El resto, ya saben, es ‘Shotgun stories’.

En definitiva, hay una porción de buen cine aquí. El autor, Nichols, da un paso atrás, coge su cámara y se pone a filmar esta lenta, quieta e hiriente historia que es, en esencia, puro sentimiento. Sangre, honor y dolor, todo enclavado en mitad de un paisaje rural del centro-sureste norteamericano. No pierdan detalle del recital dado por Michael Shannon. Notable.

7.5/10       

‘The ides of March’. Intenso thriller político.

No diré que esta cinta es una obra maestra, imprescindible en cualquier filmoteca que se precie, porque probablemente no sea así. Sin embargo, no está de más advertir que un cine tan pedagógico como este, en clave política, suele ser cento per cento recomendable. Por tanto, hay que reconocerle a Clooney que, además de ser un brillante actor, un apuesto galán, un tipo forrado de pasta y un Dios de la publicidad, admite dentro de su polifacética existencia la actividad de director de cine contestatario, activista y, sobre todo, didáctico. 

El dúo formado por Heslov y Clooney nos brinda un intenso thriller, tan morboso y sensacionalista como cínico y maquiavélico. Esto es la política, parecen querer decirnos. Asesores, analistas, políticos y becarias. Estrategias de campaña, vuelos de «negocio» y discursos milimétricos. Las entrañas de tan lucrativo circo ofrecen un paisaje adictivo, pero también estremecedor. ¡Es tiempo de primarias! ¡Pasen y vean!

George Clooney consigue mantener el pulso narrativo en todo momento. A ello ayuda tener entre sus filas a un tipo como Ryan Gosling, el auténtico pilar del film, así como a gente como Seymour Hoffman, Giamatti, Rachel Wood o Tomei. Lo dicho, un lujo. Todo al servicio de una buena y potente historia que gravita en torno a esa mutación que va desde el idealismo al pragmatismo, olvidándose de cualidades tales como la integridad, la dignidad y la lealtad en el camino dorado que conduce hasta esa cosa llamada poder.

En fin, un conseguido paseo político que además de serpentear por las luces, las cámaras y el brillo propio de los discursos y mítines, también se adentra por  las aceras más escabrosas, mugrientas y dolorosas del sistema.

8/10  

‘Another 48 hours’. Menos ingeniosa y más efectista que su predecesora.

Ocho años después de haber parido una notable cinta de acción como era ’48 hours’ (1982), se volvía a juntar el mismo equipo  para manufacturar la secuela de aquella trepidante, gamberra y divertida historia.

¿El resultado? Un tanto decepcionante. La secuela se aleja un escalón de su predecesora. Ahora ya no es tan gracioso el dúo formado por Nolte y Murphy. Se nota para mal que el cómico afroamericano, allá por el 90, ya era una estrella, con la consiguiente dosis de lucimiento personal requerida. La acción sigue siendo trepidante, narrada con buen pulso, pues en esto es difícil que falle el bueno de Walter Hill. Pero la trama e intriga pierden bastante, es decir, hay menos ingenio y más mediocridad.

En definitiva, una cinta de acción del montón. Efectismo y ruido. Entrega bastante menos que el original, aunque, ya saben, con las palomitas combina bien. 

6/10 

‘She’s the one’. Postales neoyorquinas.

Edward Burns, además de ser un buen actor, tiene una carrera como guionista y director más que interesante. Aquí tenemos ‘She’s the one’ como prueba tangible de ello, una comedia ligera y fresca traída desde el corazón de esa ciudad tan fascinante, Nueva York.

Una joven, Cameron Díaz, anda jugando con el corazoncito de dos hermanos, Mickey y Francis. Una premisa básica a partir de la cual Edward Burns conseguirá pincelar un fresco en el que todos los personajes, principales y secundarios, quedarán muy bien detallados. Nos dejaremos engatusar con sumo gusto por los encantos de esta comedia romántica, adentrándonos por esos senderos tan felices, tan locos, tan despiadados, tan hilarantes, tan irracionales, tan agitados, que gravitan en torno a un mismo eje: los líos del corazón. 

En fin, comedia de calidad. Tiene la virtud de haber sabido combinar con tino tal variedad de personajes, sirviéndonos unos diálogos ingeniosos y unas conseguidas escenas que irremediablemente conducen a ese lugar tan difícil de encontrar hoy en día: la gracia espontánea. Genial postal neoyorquina, cargada de un romanticismo que es todo un lujo. Notable.

7.5/10 

‘El otro lado de la cama’. Divertida, impúdica, fresca.

El género musical estaba muerto y sepultado en España hasta que un buen día a alguien se le ocurrió apostar por el guión de David Serrano, cogiendo forma así ‘El otro lado de la cama’, una desvergonzada y fresca comedia musical que hizo las delicias de los espectadores allá por el 2002.

Los líos de faldas y los enredos amorosos, tan mordaces ellos, estaban definidos con precisión, brillando el ingenio y la gracia en su relato, quedando todo salpimentado por clásicos de la música pop tales como ‘Echo de menos’ (Kiko Veneno), ‘Dime que me quieres’ (Tequila), ‘Las chicas son guerreras’ (Coz) o ‘Salta’ (Tequila) entre otros. Un acertado reparto (Alterio, Verbeke, Toledo, Vega, San Juan, Esteve) ponía el resto al brillar, más que nunca, interpretando a esos penitentes del amor. Mucho ojo en cómo se lucen a base de gallitos con las canciones.

Película gamberra, impúdica y divertida. Proporciona más de una carcajada sana, gracias a unos diálogos conseguidos y a escenas tan alocadas como la del niño melón. A los cruces dados por el cuarteto protagonista, súmenle unos secundarios esplendorosos con nombres y apellidos: Alberto San Juan y María Esteve. En fin, es difícil no reír con esta cinta. Muestra un encanto especial. Realmente conseguida.

7.5/10  

‘Chronicle’. Petardazo.

En vísperas de fallas nos llega, más oportuno que nunca, este auténtico petardazo de película: ‘Chronicle’. Un producto que se vende muy bien, pero cuya sencillez tan sólo provoca esa sensación tan amarga que acompaña al fiasco, al desengaño. El argumento del film gira en torno a un triángulo conformado por la siguiente línea argumental: 1) ¡soy un margi del insti! 2) ¡soy guay, tengo superpoderes! 3) ¡váya! ¡qué contradicción, ya no sé qué soy!  

Los jóvenes protagonistas no están mal. Cumplen con su labor. El problema viene dado por un guión demasiado básico. Además, la dirección es agitada,  incoherente e irregular. Tanto golpe de cámara acaba por marear al espectador, pidiendo a gritos que se enciendan las luces de la sala, señal inequívoca de que el suplicio ha terminado.

En definitiva, puro efectismo. El impacto inicial dura lo que dura, luego la historia ya no sabe cómo mantener el vuelo. Podría decirse que ‘Chronicle’ es un prólogo mal administrado de ochenta minutos de duración. ¿De dónde viene esos poderes? Y ese cráter, ¿qué pinta ahí? Nada, no se pierdan en los detalles. Déjense llevar, si les va el sado, por la chabacanería que caracteriza a esta mediocre cinta del género fantástico.

4/10 

‘Hard times’. Las palabras ya no bastan.

Corrían los años 70 y Charles Bronson era uno de los referentes indiscutibles dentro del cine de acción. En esta ocasión, se brindaba a participar en el debut ante el gran público de uno de los maestros del género: Walter Hill.

El mito interpreta a Chaney, un tipo nómada que ve pasar los días entre raíles, paseos solitarios y moteles baratos. Son tiempos duros, pues estamos en el año 1933. Tiempos idóneos para que Chaney explote sus mejores virtudes (obvio cuáles son). Por cosas del destino, el bueno de Bronson terminará por conocer a Speed, un vivalavida interpretado fabulosamente por James Coburn, quien verá en ese castigado hombre un auténtico filón para hacer caja… en peleas callejeras.

A lo de siempre (puñetazos, patadas y sangre), clave de bóveda del film, súmenle un poso de amargura, tristeza y melancolía, derivado del sempiterno retrato del perdedor. Una factura técnica que ya dejaba entrever el talento de un tal Walter Hill, servía para desarrollar una historia, amante ferviente de la acción, que quedaba complementada, eso sí, por un drama sincero que acompañaba a nuestros dos protagonistas. A uno, Bronson, la compañía de una desamparada rubia parecía llenar su corazón, logrando dibujar los encantos de aquella, al menos, una mueca de complicidad en tan serio rostro. Sin embargo, ambos sabías que lo suyo era un imposible. Mientras que el otro no sabe escapar de las malas compañías y de su torpe cabeza. Al final, el derrumbe personal de ambos dos siempre hay una pelea por disputar, y dinero que ganar.

En fin, no busquen en ‘Hard times’ un drama social épico. No lo hay. Lo que sí encontrarán es una cinta en la que la acción queda enclavada en un contexto de tristeza generalizada. Solitarios errantes, amantes taciturnos, devotos del fracaso y, en definitiva, un destino que no mira más allá de una sangrienta y cruda pelea.  Notable cinta de acción.

7/10

’48 hours’. ¡Qué tiempos aquellos!

Jack Cates es un grosero detective que un mal día se topará con un par de criminales. Éstos, tocándole mucho las narices, asesinarán a dos de sus compañeros, uno de ellos con la pistola de Cates. El tipo se lo tomará tranquilo, como siempre. Es decir, con malhumor. Aunque sabrá a qué puerta llamar para resolver este lío: Reggie Hammond (sí, el gran Eddie Murphy).

Buena película de acción. Una factura técnica envidiable, de calidad. Nombres como Roger Spottiswoode (Bajo el fuego), Larry Gross (Calles de fuego) o Steven E. de Souza (Jungla de Cristal, Commando) en el guión. Sin olvidar al maestro de la acción, Walter Hill, a cargo de la dirección. Por no hablar de un reparto estelar, con un joven Eddie Murphy llamando a las puertas de Hollywood y un buen Nick Nolte, creando así una de las parejas «policiales» más carismáticas de los años ochenta.

Más de la mitad de las cintas que se producen actualmente en el susodicho género, están a años luz de ’48 hours’. Walter Hill nos sirve un cocktail trepidante, divertido, vertiginoso y creíble. Sabe aprovechar la química resultante entre los dos protagonistas para dar un toque de comicidad a una intriga meritoria que terminará por resolverse a través de una acción bien narrada.

En definitiva… ¡qué tiempos aquellos! Viendo la obra de Hill uno se da cuenta que el entretenimiento, la cinta convencional de acción, no tiene porque ir de la mano de la chabacanería, la mediocridad o la simple pirotecnia. Ahí están los dorados años ochenta para atestiguarlo.  

7.5/10