‘Yo, también’. La complejidad de tenerlo todo.

Alegato necesario en pro de una minoría, que como todas, reclama su parte del pastel. Enfoca a los enfermos con síndrome de down desde otra perspectiva a la habitual, desde el lado de las personas. Todo se focaliza en torno a una relación amorosa entre Daniel, un meritorio Pablo Pineda, y Laura, a quien da vida Lola Dueñas en el papel de chica fácil.

El afán por vivir, por vivir con todas sus consecuencias, que mueve a Daniel, nos mantiene pegados a la pantalla. Irradia veracidad, irradia empatía, con ese pobre muchacho que tan sólo quiere una cosa tan sencilla como es tenerlo «todo», entendiendo por ésto, amar y sentirse amado.

Spoiler

Llámenme retrógrado, llámenme conservador, pero ¿qué sucedería si Silvio Berlusconi en lugar de haber mantenido relaciones sexuales con una chica de 17 años, las hubiese tenido con una chica de 18 años con síndrome de down?

Hay ciertas convenciones sociales que merecería la pena no alterar. Puede que Pablo Pineda sea la excepción a la norma, pero Álvaro Pastor y Antonio Naharro entran en una senda demasiado peligrosa con el desenlace de la dolorosa historia de amor que mueve a ‘Yo, también’.