‘Desperate measures’. Rutinaria, sin más.

El buen hacer de Barbet Schroeder dentro del género queda un tanto empañado a consecuencia de esta historia de dramatismo impostado, mediocre acción e irrisoria intriga.

Lucha de gallitos sin tensión ni nervio. El guión de David Klass es para hacérselo mirar, cimentando una trama floja, vacía y repetitiva en la que nada consigue levantar plenamente la atención del espectador. Cada vez que habla el niño, el índice de cursilería se dispara por las nubes. Se salva un Michael Keaton que explota, dentro de los límites prefijados, a un personaje bien básico. De Andy García y Gay Harden mejor no comentar nada.

En fin, un corre que te pillo continuo por los pasillos de un hospital penitenciario. Barbet, ¿por qué te metiste en tal embrollo? Gracias a películas como ésta, la palabra rutinaria cobra sentido.

5/10

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