Qué decir sobre… «Traffic» (2000)

traff

Dirección: Steven Soderbergh

Guion: Stephen Gaghan

Fotografía: Steven Soderbergh

Música: Cliff Martinez

Montaje: Stephen Mirrione

Dirección artística: Keith P. Cunningham

Reparto: Benicio Del Toro, Michael Douglas, Don Cheadle, Chaterine Zeta-Jones, Erika Christensen, Luis Guzmán, Dennis Quaid, Salma Hayek, Albert Finney, Viola Davis, Jacob Vargas, Amy Irving, Steven Bauer, Benjamin Bratt

El universo que envuelve a la droga ha sido retratado en multitud de ocasiones en la gran pantalla. The wire (2002), cierto es, marcó un antes y un después a través de una incisiva y profunda disección sobre el narcotráfico en Baltimore. Probablemente fue la obra capital del siglo XXI, aun siendo un producto destinado para la televisión. En todo caso, las drogas son una temática que uno puede abordar desde distintos géneros, aunque donde mejor encajan son en el thriller, el policíaco o el drama. Un poco de todo esto se nos presenta en Traffic, película seria y robusta que, bajo mi punto de vista, supone el trabajo más completo en toda la filmografía de Steven Soderbergh.

El guion de Stephen Gaghan es una maravilla. Plantea una historia coral donde los distintos personajes, todos carcomidos en un sentido u otro por los narcóticos, pelean en una batalla sin cuartel. En este sentido, la galería de actores brilla con luz propia. De entre todos ellos, me quedo, gusto personal, con Benicio Del Toro, quien humaniza a través de la figura de Javier, policía mexicano, el infierno que se vive en Tijuana. El otro tapado del cartel es Don Cheadle, un tipo que no decae en su férrea convicción de luchar contra gigantes, mientras que Catherine Zeta-Jones, gigante hecha persona, exhibe el don del maquiavelismo más extremo, hiriendo a todos con una mirada tan fría como criminal.   

El papel de Michael Douglas, ejerciendo tanto de implacable juez al servicio de la lucha contra la droga como de padre coraje, merece una mención especial, pues sirve para desatar una de las realidades más crudas en este agreste paisaje, es decir, la condena que acompaña al lado de la demanda, a todos esos náufragos que encuentran su tabla de salvación en un chute. La yonqui adolescente, Erika Christensen, no llega al nivel de Ewan McGregor en Trainspotting (1996), Jennifer Connelly en Requiem for a dream (2000) o Aaron Paul en Breaking bad (2008), quizá los tres personajes más icónicos, pero sí que le da para colocar sobre el escaparate las contradicciones, impotencias y sufrimientos que acompañan a una de las lacras más hipócritas y cínicas a la que uno trate de hacer frente: la adicción a la droga.

Traffic

Luchar contra fantasmas. Perseguir sombras. Diluirse ante la adversidad. La demanda sufre, y pocos se preocupan de ella. La oferta, por su parte, se desangra en una competición por alcanzar la mayor cuota posible de uno de los mercados más infames que existen. Es un negocio altamente rentable, de consecuencias humanas nefastas y, como aquí queda patente, muy difícil de aislar, perseguir y controlar. Todo ello queda retratado con pulso firme por Steven Soderbergh, quien mueve su cámara de un lado a otro deparándonos un universo visual peculiar pero eficaz que deja pocos cabos sueltos en su narración.

Estamos, en definitiva, frente a un ambicioso proyecto que expone de un modo natural y realista todos los flagelos que acompañan al «tráfico». De entre todos los peones utilizados, como ya he dicho, me quedo con tres personajes (Montel, Don Cheadle; Javier, Benicio Del Toro; Wakefield, Michael Douglas), con tres héroes anónimos a los que no les importa, sea cual sea el precio a pagar, adentrarse en las tinieblas para plantar cara a los demonios. Al final, todo se resume en una noche donde los chavales juegan en una cancha de béisbol al abrigo dado por la calidez de unos focos. Estamos ante una obra mayor.

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