‘Los abrazos rotos’. Reconciliándose con el pasado.

En Los abrazos rotos se nos presenta una orgía amorosa. Lena es una actriz frustrada. El sueño de ser artista se esfumó, ahora es la secretaria de un tirano de las finanzas, Ernesto Martel. Ernesto es un obseso de Lena. El «amor» que siente por ella sobrepasa los límites de lo racional, sin embargo, no ha sabido encontrar el momento de hacérselo saber. El detonante que lo precipitará todo será la enfermedad del padre de Lena, quién por no ver morir a éste en unas pésimas condiciones, aceptará ser la puta de por vida del repugnante Martel. Ésta relación se prolongará hasta que aparezca un nuevo personaje en ella, Mateo Blanco. Un cineasta brillante que se topará con Lena, a la que satisfará sus deseos de ser actriz con el rodaje de su nueva película, Chicas y Maletas. La entrada de Lena en éste mundo será vista con recelo por dos personas. Una es Ernesto Martel, quién vigilará a su amor a través del rarito de su hijo. La otra es Judit. Madre soltera y directora de producción de Mateo. No verá con buenos ojos la entrada en la vida de Mateo de Lena, pues su amor eterno está dirigido hacia la figura de Mateo.

Ésta orgía, estallará cuando Lena, harta de su vida de puta, se refugie en los abrazos de Mateo. Juntos escaparán de las garras obsesas de Ernesto Martel. La isla de Lanzarote será el destino. Un lugar dónde refugiarse del mundo. Sin embargo, no hay lugar en el que esconderse de un sádico como Martel, quién encontrará en Judit, dolida por la marcha de Mateo, una aliada para encontrar a su amor fugado.

Lanzarote marcará el final de éste idilio: fruto de un accidente de coche, Lena morirá y Mateo permanecerá ciego para el resto de sus días. Un suceso traumático, doloroso, oscuro.

El manchego construye una (¿su?) historia a partir del «renacido» Harry Caine, antiguo Mateo Blanco. Una historia de una grandeza visual potente, entretenida, cautivadora y con escenas magníficas tales como la de Lola Dueñas y los labios, Lena a lo Cleopatra, Lena fumando en Ibiza con un muerto al lado, la concejala Machi, las manos y el televisor, el guión de vampiros o los homenajes de Almodóvar a su cine.

Quizás sea algo menos emotiva que sus film predecesores y con un final metido un poco con calzador, pues el «misterio» de saber si RayX es el asesino de Lena, el discurso de culpabilidad de Judit o la paternidad sobre Dieguito no hacen sino dar sensación de que no se ha sabido rematar ésta trama que quizás haya buscado aspirar a más de lo que nos podía dar. Puede que haya pecado de ambiciosa. Sin embargo, sí que ha sabido dar una visión oscura de un pasado. Un pasado complejo, turbio. Un pasado al que Harry Caine tratará de encontrar una salida para alejarse de esa oscuridad. Reconciliar el pasado, por muy oscuro que sea, con el  presente. Pues, como así se ha dicho, «las películas hay que acabarlas, aunque sea a ciegas».

Votación | 3/5

‘First blood’. Buena película de acción.

John Rambo, excombatiente en el Vietnam, llega a un pueblo de mala muerte perdido en medio de la nada. El pueblo está controlado por un sheriff ultraconservador, para el que llevar pelo largo ya es indicio de vagabundismo. Obviamente, la intromisión de Rambo no gusta en el pueblo, los foráneos no son bien vistos. En cuanto pisa el suelo local, es invitado a abandonarlo.

La tozudez del excombatiente le hará persistir en su idea de entrar en el pueblo. A partir de ahí, todo son maltratos y malas formas con Rambo. No sabían con quién se metían. Todo un héroe de guerra. Hostias, patadas, empujones y carreras de moto por el pueblo hasta huir hacia las montañas. Aquí se iniciara la cacería del «vagabundo», todo un cuerpo policial (a cada cual más patán), un sinfín de armas, helicópteros, perros y hasta el mismísimo ejército para tratar de atrapar al duro de John Rambo. Lo que viene luego es una buena cinta de acción.

Hasta ahí todo bien, estamos dentro del guión esperado, el problema viene cuando Rambo abre la boca. Frases célebres como «la sociedad civil tuvo la culpa de nuestra derrota«, «no lo entendieron, tendrían que haber estado ellos allí«, hacen que la película se meta en un terreno que no es el suyo. No es lógico echar las culpas de la derrota estadoudinense en Vietnam a la sociedad civil, como tampoco lo es intentar enfrentar al estamento militar (su forma de vida) con la sociedad civil, dando una sensación de que el cuerpo militar es la forma de vida correcta, dándonos a entender que debemos abandonar la vida corrupta y sin moral de la sociedad civil para alistarnos a las fuerzas armadas.

Votación | 2/5

‘Watchmen’. Sabor agridulce.

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Llegaba a los Lys dispuesto a ver una película que se anunciaba a bombo y platillo. Se decía que podía ser la mejor película del año y demás tópicos del marketing. No la esperaba con expectación, al contrario que muchos otros, quizás porque nunca había oído hablar de ella antes. ‘Watchmen’ era una historia de superhéroes totalmente desconocida para mí. La vi sin ningún tipo de prejuicio, pues no había leído el cómic y ni siquiera sabía muy a fondo de que iba el film en cuestión.

La historia comienza con unos superhéroes venidos a menos. La sociedad los dejó de lado. Ocupan una posición marginal en ella. Atrás quedan los tiempos en los que El Comediante, Dr Manhattan, Espectro de Seda, Búho Nocturno, Rorschach, Ozymandias y otros tantos, velaban por la seguridad en las calles de la gran ciudad. Los tiempos de gloria pasaron. Eso lo sabe muy bien El Comediante. Mientras observa la TV sentado en el sofá de su casa, alguien irrumpe en ella. Ha venido por él. El asesinato se sabe desde un inicio, sin embargo, la batalla se hace eterna, la escena de acción se recrea. Finalmente, El Comediante acaba aplastado en el asfalto de Nueva York. Han matado a uno de ellos. Comienza ‘Watchmen’.

Supongo que para los devotos del cómic, Watchmen ha supuesto un verdadero milagro, un alivio, un regalo caído del cielo. Se la tachaba de inadaptable. Sin embargo, Zack Snyder la ha sabido adaptar a la perfección. El problema está, para los que como yo, no habíamos leído la obra escrita. Quizás esa obsesión por respetar el material del 87, ha hecho alejarse a Snyder del camino de las buenas películas para adentrarse en el de las fieles adaptaciones.

Por ello, no me adentré totalmente en la película. Pese a que la historia cautiva y engancha, no acaba de rematar. Los flashbacks de los diversos protagonistas hacen que la película vaya dando tumbos, que dé la sensación de que no avanza. No se sabe si estamos ante una intriga en la que hay que averiguar quién está detrás de los asesinatos a los enmascarados. O si la historia se centrará más en el conflicto nuclear entre la URSS-USA y el papel de los superhéroes en él. O si simplemente seguirá dando tumbos narrando los diversos flashbacks de los personajes. 

No me llega la historia de amor entre Búho Nocturno y Espectro de Seda. La amargura de El Comediante no me sabe tan amarga. Los dilemas del Dr Manhattan me dejan a medias. Las aspiraciones faraónicas de Ozymandias te hacen reflexionar, pero tampoco calan muy hondo. Sólo me creo a Rorschach. Ese sanguinario al que la vida le ha dado muchos palos. Un hombre castigado, engendrado desde el desprecio, el mismo desprecio que él siente por el resto del mundo. Un alma en pena que deberá tratar de averiguar el misterio de quién está detrás de los asesinatos. Cuando él entra en acción, la película gana en ritmo.

Éstos héroes de a pie, no son más que un reflejo de nuestra sociedad. Entiendo la película como una reflexión acerca de nuestra propia existencia. Entiendo al Comediante o Rorschach como los representantes de esa parte de la sociedad castigada, vulnerable, cansada. Entiendo a Búho Nocturno y a Espectro de Seda como los más similares a nosotros, de hecho, son los que más se mueven como personas «normales». Y entiendo al Dr Manhattan y Ozymandias en su papel de figurantes del poder oscuro. Esos que juegan a ser dioses. Esos que creen tener el poder de jugar con el resto del mundo. Representados desde el mundo de la empresa o la ciencia, no son más que seres (o superhéroes) detestables que se creen en el credo establecido por ellos mismos de la superioridad.

Sin embargo, es una reflexión que se queda en medio de la nada. No perdura. La única que me llega, como ya he dicho antes, es la de Rorschach. Es lo mejor de la película.

Finalmente, como pequeños detalles a resaltar, las escenas de acción, en su mayoría, me han parecido demasiado «impuestas» y excesivamente largas. Uno, que no ha leído el cómic, no sabe si los superhéroes tienen superpoderes (las hostias y patadas que dan así lo dan a entender) o no. Por otro lado, también he de decir que la estética visual simplemente es impresionante. La película está muy trabajada y conseguida, se nota que ha sido hecha con minuciosidad. Mención aparte también para la BSO, con canciones como la que inicia el film ‘The Times They Are A-Changin‘ de Bob Dylan o ‘The Sound of Silence‘ de Simon & Garfunkel y el ‘Hallelujah‘ de Leonard Cohen representan muy bien con sus letras la ambientación del film a los temas desarrollados en él.

Votación | 3/5

‘Sunset Boulevard’. Ese Hollywood miserable.

Norma Desmond fue una gran actriz en su día. Una estrella del mundo de Hollywood a la que parecía que jamás se le acabaría el brillo. En su tiempo, fue la musa del gran Cecil B. DeMille, una diosa en la gran industria del cine norteamericano. Sin embargo, sus tiempos fueron los años 20. Ahora, han pasado  dos décadas desde entonces, y el cine mudo ha terminado. La llegada de los micrófonos, de la voz, de los diálogos al cine, le han desbancado de su posición de diva. Su gran mansión en Sunset Boulevard, ahora abandonada y cochambrosa, nos da una idea de lo que fue en su día, y de lo que es actualmente. Su ego la ha recluido entre los muros de ésta mansión. Su única relación social la entabla con su mayordomo y ex-marido Max. Ha caído tan fondo, sus miserias son tan profundas, que el funeral de un mono es celebrado de manera solemne. No ha sido capaz de digerir la realidad. Ya no es una estrella, no es una diva. Por mucho empeño que ponga en ello. Por mucho que decore la casa llena de fotografías suyas en pleno esplendor. Por mucho que cada día proyecte en su particular cine un film suyo. Por mucho que siga actuando y montando sus numeritos personales. Por mucho que trabaje en un futuro guión rendido a ella. Por mucho que invierta miles y miles de dólares en tratamientos estéticos. Norma Desmond, interpretada a las mil maravillas por Gloria Swanson, subió a los altares de Hollywood, pero, por mucho que le cueste asumirlo, ha caído hasta los infiernos.

Joe Gillis, no es más que un guionista de tres al cuarto. En su día fue un escritor con ambiciones, que ansiaba conquistar Hollywood, vivir como una auténtica estrella, en una mansión de aquellos dorados años 20, con piscina propia. Hoy, todos aquellos sueños los ha perdido. Las deudas le persiguen. Sus guiones son espantosos. En su intento desesperado por salvar su propio coche, acaba refugiándose en la mansión de la desgraciada Norma Desmond. Aquel guionista con mil sueños por conseguir, se ha convertido en un víctima más. Una víctima, ¿y quién no lo es en Hollywood?, que apela a su instinto de supervivencia aceptando, en primer lugar, el trabajo de ‘corregir’ el guión de Norma para finalmente acabar siendo un alma en pena que prefiere el dinero de su madame antes que el amor de una bella e inocente muchacha. 

El maestro Billy Wilder nos relata a través de esta particular relación entre una antigua diva hollywoodense y un guionista que jamás alcanzó ese status, las miserias y penas de ésta industria. El paso de vivir entre lujos y éxitos, rodeada de amigos infinitos, de alcanzar la gloria, de tener el mundo a tus pies a vivir en un auténtico infierno. Un infierno en el que los únicos amigos que te quedan son las ‘estatuas’ que te acompañan en tus partidas de cartas. Aquel coche imperial al que la Paramount le interesaría utilizar. Ese marido y cineasta que parece ser el único que permanece a tu lado, pues su amor es imperecedero. Un puñado de fotos de fans ficticios. Y un nuevo ‘amor’, Joe Gillis, en el que centrar tus ilusiones inventadas, en el que desfogar tus anhelos inconquistables. Un amor al que comprar con el verde del dólar. Después de todo, sólo queda una escalera por la que descender como una diva ante la atónita mirada de las cámaras de Hollywood, y una piscina en la que acabar flotando como culminación de un sueño.

Sunset Boulevard es un magnífico relato de la caída al mundo terrenal de personas que en su día soñaron con tocar el cielo. Personas que añoraban vivir años dorados. Sin embargo, el negocio es el negocio, y la lógica de Hollywood se mueve a través de los números, no de los sueños. Uno no siente más que lástima al ver esos productos, esos juguetes rotos de la industria de Hollywood. Esos derrotados como Joe Gillis (vendido al dolar antes que al amor) o Norma Desmond (todo un ejemplo de lo difícil que es saber conducir el olvido). Lástima de comprobar que una cosa tan bonita como el cine, se creé (en algunos casos) a través de algo tan repugnante y destructivo como es Hollywood. Ese mundo donde la ilusión y el engaño van cogidas de la mano. Un mundo retratado a las mil maravillas por el gran Billy Wilder.

Votación | 4/5

‘Amen’. Un relato de la sinrazón.

El film fue estrenado en el año 2002, siendo una de las últimas obras del realizador Constantin Costa-Gavras.  Una vez más, Gavras deja patente en otra de sus películas su labor de denuncia social e histórica.

En ésta película, Gavras nos introduce en el contexto histórico del nazismo. Más en concreto, relata la relación existente entre la Iglesia católica y el régimen nazi. Los dos personajes de los que se sirve el realizador para introducirnos en la situación son Kurt Gerstein, un oficial de la SS encargado de suministrar el gas letal a los campos de exterminio nazi, y Ricardo Fontana, un joven jesuita hijo de uno de los más fieles ayudantes del Papa.

A través de ellos dos, Gavras nos muestra dos procesos distintos. Por un lado, mediante el personaje de Gerstein, el realizador nos transmite el horror de la barbarie nazi. Es difícil imaginar un miembro de la SS con tan gran solidaridad como Gerstein, sin embargo su actuación nos parece real y nos hace sentir. A pesar de que Amén no sea un film que destaque por sus escenas explícitas en lo referente al aniquilamiento de millones de humanos en éstos campos de exterminio, si es cierto que el rostro perplejo e impregnado de dolor que se le queda a Gerstein cuando mira a través de la mirilla, es el mismo rostro que se me queda a mí. No es necesario nada más para reflejar el grado de locura y extremismo al que llegaron los nazis. La simple cara de conmoción de un oficial de la SS como Gerstein tras haber visto dicha atrocidad es suficiente. Un químico como él, que en ningún momento pensaba destinar su gas a dicho fin, llega incluso a arriesgar su vida y su rango a lo largo de la película para luchar por aplazar el aniquilamiento de numerosos judíos, lanzándose a una búsqueda por la salvación de millones de personas a los que el régimen nazi había puesto en su punto de mira.

Gerstein cree que la humanidad debe conocer dicha crimen, y encuentra el apoyo fundamental para la búsqueda de dicha salvación en el otro personaje principal, Ricardo Fontana. Fontana se lanza a una cruzada, junto con Gerstein, para hacer llegar al Papa los hechos acaecidos en los campos de exterminio nazis. Sin embargo, su lucha es en vano. Incluso cuando consigue acercarse al Papa y le explica la situación, sus plegarias caen en saco roto.

De nada puede servir que un joven como él se ponga la estrella de David en solidaridad con el pueblo judío en medio del Vaticano. La Iglesia católica, debía pensar el Papa, tenía que mirar por sus propios intereses y no centrarse tanto en los crímenes y castigos que los nazis estaban imponiendo a la humanidad a no muchos kilómetros de distancia del Vaticano.

La historia así lo refleja, puesto que exceptuando pequeñas y esporádicas acciones contrarias a los horrores infligidos por los nacionalsocialistas, vemos como la Iglesia católica simplemente buscó salvaguardar sus intereses y entabló una complicidad con el régimen hitleriano.

Las denuncias por parte de católicos en contra de las detenciones y persecuciones nazis, en contra de la eutanasia y el asesinato de inválidos y enfermos incurables, como nos refleja el film, no fueron hechos que se puedan englobar en el colectivo de la Iglesia católica. Además, sus actuaciones en la mayoría de las ocasiones fueron encaminadas hacia el plano espiritual, nunca hacia la iniciativa política contrario al régimen del terror establecido por Hitler en Europa durante aquellos grises años.

El objetivo primordial católico siempre se basó en salvaguardar su status y la autonomía de sus iglesias. Es más, dicho objetivo se intentó consagrar a través del Concordato de 1933, en el que ambas partes se comprometieron a un acuerdo. Un acuerdo centrado en que el régimen nazi se encargaría de respetar la conservación de las estructuras eclesiásticas y su influencia en el contexto social de la época a cambio de que la Iglesia católica aportara su autoridad moral a dicho régimen. Tampoco hay que olvidar que tanto la Iglesia católica como el NSDAP compartían a su vez un objetivo común, el cual no era otro que la manutención de su cruzada frente al antibolchevismo imperante en aquel entonces.

Por todos éstos motivos, Gavras nos muestra en las escenas finales el sentimiento de impotencia y dolor que sienten tanto Gerstein como Fontana, pues mientras ellos están consternados como sabedores que son de la gravedad y brutalidad de la situación, los representantes de la Iglesia católica simplemente disfrutan encerrados entre sus lujos y manjares en sus palacetes del Vaticano a sabiendas de lo que ocurre en la vieja Europa y a sabiendas incluso de lo que ocurre en la propia Roma, la cual es perseguida por la sinrazón y la locura nazi.

Ante estos hechos, la magnitud de la sensación de impotencia provocada por la actitud puramente pasiva de la Iglesia es tal que Gerstein y Fontana ya no pueden hacer otra cosa que entregar su vida. Una vida que, para ellos, ha dejado de tener sentido.

8.5 /10

‘Children of the corn’. Cuando el maíz fue motivo de terror.

Estamos en Gatlin, un pueblecito perdido por las lejanas tierras de Nebraska. Un pueblo con algo especial, sólo habitan en él niños. La música está prohibida. Los juegos no deben existir. Pintar es un pecado. Y, sobre todo, un pueblo en el que los niños asesinan a sus padres. Un pueblo en el que ser mayor de edad, es motivo para pasar a ‘mejor vida’. A este lugar remoto, por circunstancias del destino, irán a parar una joven pareja de enamorados. Una pareja que se extrañará ante las calles desiertas del pueblo, ante la ausencia de cualquier indicio de vida en ella. Una pareja que caerá incomunicada entre los maizales y las calles de la localidad, una pareja que tratará de sobrevivir ante la presencia amenazante de los chicos del maíz.

Los que la vimos en su momento, sufrimos con ella, nos aterrorizamos con sus escenas. O sino, ¿A quién no inquietó en su día el malvado Malachai?, ¿Quién no se asustaba al ver como los niños perseguían al joven doctor?, ¿Alguien no se asustaba al oír las aterradoras palabras del profeta Isaac?, ¿Qué chaval de aquel entonces no sentía el corazón latiendo a mil por hora cuando el pequeño muchacho intentaba huir por los maizales?. Sin embargo, pasados los años, uno revisa ‘Los chicos del maíz’ y se da cuenta de que el tiempo no pasa en balde para este tipo de cintas. Lo que en su día producía miedo y asfixia, hoy llega a provocar risa y bostezo. Una cinta, para desgracia de todos los que pasamos miedo en su día con ella, que no ha envejecido bien con el tiempo. Pese a ello, siempre recordaremos ese pueblo desierto. A ese joven pelirrojo al que tanto miedo teníamos. Ese bar en el que los adultos nada podían hacer. Al viejo mecánico y su perro aterrados en su pequeño taller. Nadie, de aquella generación, olvidará al que camina detrás de la fila. Todos recordaremos con nostalgia aquel pueblo llamado Gatlin y sus maizales.

Votación | 2/5

‘Near dark’. Vampiros, cowboys, oscuridad y sangre.

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Caleb Colton es un joven cowboy que una noche cualquiera en la árida Oklahoma sale con su camioneta a tomar algo con sus amigos. Esa noche, observa a una muchacha, Mae, tomando un helado. Aturdido por la belleza de la chica, Caleb se acerca a ella y le invita a pasear junto a él en su camioneta. A mitad camino, Mae le hace detener el vehículo. Bajan de él y observan el cielo, repleto de estrellas. ‘Dentro de millones de años, llegará la luz de esa estrella hasta aquí, y yo seguiré aquí para verla‘ le dice Mae al joven vaquero. Caleb, sin acabar de entender lo que le acababa de decir, la invita a seguir con él, hasta que la joven se fija en la hora. Está apunto de amanecer y Mae le reclama que la lleve rápidamente de vuelta. No será así, pues Caleb enamorado de ella, pide un beso a cambio del retorno. Mae ante la terrible tentación, se lanza al cuello del joven con sus colmillos, le muerde y se marcha corriendo. Caleb sorprendido, sale de la camioneta y echa a correr. Nota extrañas sensaciones. El sol le abrasa. Intenta llegar a casa con andar moribundo. Su hermanita y su padre se cercioran del mal estado del chico. No podrán hacer nada, pues un grupo de bandidos lo secuestra ante su impotente mirada.

De esta forma da comienzo esta road movie que mezcla el género vampírico con el western. La historia de un cowboy que ante los infortunios de la vida, se verá obligado a unirse a un grupo de vampiros salvajes contra los que deberá enfrentarse, al mismo tiempo que sentirá como el amor que siente por Mae va en aumento. Su lucha irá encaminada a escapar de esa existencia basada en una vida nómada por los peores antros del medio-oeste americano asesinando y chupando la sangre de todo aquel que se les cruce. Al mismo tiempo, no querrá separarse de su joven amada, Mae, a la que tratará de salvar para que pueda escapar con él de ese infierno al que fueron introducidos. 

Original propuesta la que realiza la directora Kathryn Bigelow con esta Near Dark. Western ochentero en el que los protagonistas no son los sheriffs ni los forajidos del siglo XIX. Son macarras vampiros y cowboys juveniles inmortalizados a través de una excelente fotografía y una impresionante ambientación. A pesar de la originalidad de la propuesta, a uno le da la sensación de que podría haber sido mucho más. Una obra imperfecta. Roza la grandeza, pero no llega a ella por un final de empaque, un final que deja la sensación de que no se ha sabido rematar la historia. Todo acaba de manera previsible, aunque ese no es el mayor problema en sí, sino el cómo se llega a esa previsibilidad. La vuelta a la humanidad de los dos enamorados es un tanto irrisoria, así como el precipitado final del ‘grupo salvaje’ de vampiros. Película que representa, como tantas otras, un ejemplo más de lo que pudo ser y no fue. Pese a ello y teniendo en cuenta el resto del film, correcta película.

Votación | 3/5

‘Robocop’. ¿Policía del futuro?.

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Estamos en Detroit en un futuro no muy lejano. Las corporaciones se han hecho dueñas y señoras del mundo. La OCP es quien domina en la ciudad de Detroit, ejerce el control sobre el brazo ejecutor del Estado, la policía. Un cuerpo utilizado para sus oscuros planes: la construcción de Delta Ciudad, una metrópolis para la que serán necesarios dos millones de obreros. Claro está, Detroit (o Detroit viejo como dicen ellos) es una ciudad castigada por el sistema. Una ciudad donde la criminalidad ha aumentado de forma exagerada. Una ciudad en la que es utópico pensar en la construcción de esta nueva ciudad, si primero no se limpia la vieja. Y para ello se necesita una policía eficaz y eficiente.

En medio de esta historia se encuentra Alex Murphy. Un agente de policía que en el ejercicio de su trabajo se topará con la banda de criminales más peligrosa de la ciudad. Murphy no podrá escapar con vida de la emboscada tendida por sus verdugos. Su cuerpo será utilizado para formar al policía del futuro: Robocop. Mitad hombre, mitad máquina.

En la búsqueda de ese cuerpo policial eficaz, los departamentos de la OMC lanzarán varias propuestas. Por un lado, un veterano de la compañía apostará por el robot ED 209. Por el otro, uno de los empleados más jóvenes se atreverá con su propuesta de Robocop. En esta lucha por conseguir que sus distintas propuestas sean las seleccionados, descubriremos los oscuros entresijos de las corporaciones. Hasta dónde son capaces de llegar para imponer sus ideas.

En apariencia, parece una cinta de acción con toques de ciencia-ficción. En el fondo, no es sino una sátira de la Norteamérica de los 80. Años en los que se rodó la cinta. Unos 80 dominados por Ronald Reagan. La década pérdida. Una década en la que las corporaciones irrumpieron con todas sus fuerzas. Es una película que se regocija en las desgracias de los aclamados yuppies de aquellos tiempos. Robocop no es una película de disparos fáciles ni de explosiones por doquier. En todo caso, sus disparos son certeros y tienen claro su destino.

Se estremece uno al pensar en qué hay de cierto o qué hay de futurista en esto de la búsqueda del policía perfecto para sanear las ciudades. Para mantener controlada a la población ante posibles conflictos. ¿O acaso, sin irnos más lejos de Valencia, no existe hoy en día un terrible fenómeno de aumento de la seguridad?, ¿Hasta dónde llega la protección sin entrometerse en el camino de la violación?, ¿En qué medida es controlada (incorrectamente) la policía por los poderes para mantener su legitimación?. Quizás la OCP sea la tirana que pensó Paul Verhoeven en sus imaginaciones burlescas de aquellos 80, y es obvio que esas imaginaciones no estaban alejadas de la realidad. Pues, por desgracia, hay muchas OCP en el mundo. Y muchos Robocops (no renegados) andan sueltos.

Votación | 3/5

‘Black Rain’. Mucho ruido y pocas nueces.

Nick (Michael Douglas) es un policía neoyorquino. Todo un tipo duro. De esos que montan en moto (¡cuántos ha habido desde Marlon Brando en The Wild One!) esperando que alguien de su misma especie le rete para jugarse la vida en una insignificante carrera por cuatro míseros dólares. De esos que no dudan en partirle la cara al primero que le mire más de la cuenta, y si la cosa se pone complicada desenfundar el arma con una velocidad tremenda para aniquilarte con preciso disparo. De esos que se cree que cuanto más duro y mas machote, mejor policía es. Vamos, que es todo un modelo a seguir por nuestras juventudes.

Quizás por ello, su mujer lo abandone y su vida personal esté envuelta en una vorágine de derrotas. Sus obligaciones económicas para con su mujer son interminables. Prácticamente no ve a sus hijos. Asuntos internos le sigue el rastro por presunto caso de corrupción. Sin embargo, a él todo ello le da igual. Él es un tipo duro. Tan duro, que un día comiendo en un restaurante con su compañero y amigo Charlie (Andy Garcia), presencian como un capo mafioso japonés (el malo malísimo de la película), también muy duro él, a cada cual más, asesina a dos personas. Como no, ambos, tanto el poli malo (Douglas) como el poli bueno (Garcia), irán tras él y lo capturarán. Pero no bastará sólo con eso, la cosa se pondrá muy cruda cuando les digan, desde arriba, que deben escoltarlo hasta Japón, pues es un asunto de estado y no se puede hacer nada ante ello. No es necesario decir, que aún no habrán pisado suelo japonés cuando ya se les habrá escapado el avispado mafioso.

¡He aquí la cuestión! La esencia del film. Tipo duro japonés contra tipo duro americano. Un cara a cara en medio de las calles de Japón, en medio de una guerra de clanes mafiosos, una guerra por el control de la falsificación de billetes. Una guerra en la que se meterá de lleno el rudo de Nick, y en la que sólo tendrá como apoyo (aparte de a sí mismo, que ya es) al apuesto y honrado Charlie, al extraño e incomprendido oficial japonés y a una mujer de Chicago que regenta un local de alterne en Japón. 

‘Black Rain’, no supone más que una decepción. Uno siente al ver esta cinta que hay una gran cantidad de talento desaprovechado. Una cinta hueca (ni choque cultural ni nada, sólo más de lo mismo). A Ridley Scott se le debe exigir mucho más que thrillers comerciales como éste. Aunque la caótica Japón que nos retrata Ridley es similar (en apariencia) a la atmósfera asfixiante de Blade Runner, su obra cumbre, no estamos ni de lejos ante un producto similar. Éste, no es mas que un producto de encargo. Una fácil manera de embolsarse dinerito fresco en los bolsillos. A pesar de ser cine comercial de decente calidad (aún se deja ver), sólo cabe decir: Éste no es el camino, Ridley.

Votación | 2/5