‘Duplicity’. Los espías de Gilroy.

Duplicity, la nueva joya del prometedor Gilroy, a diferencia de la magistral Michael Clayton, no entra en el club de las grandes películas. Tampoco es su pretensión. La esencia del film es el entretenimiento, y eso lo consigue con creces, rebuscando para tal fin en los juegos oscuros del mundo empresarial.

Clive Owen y Julia Roberts son dos agentes secretos que trabajan dentro del sector público. El es del MI6. Ella de la CIA. Con esas, se toparán, a su manera, en el consulado estadounidense de Dubai. Comenzará la acción. Comprobaremos como deciden dar un golpe sumamente ingenioso, trabajando simultáneamente para y en contra, sí, ambas a la vez, de dos multinacionales rivales del mercado de los cosméticos que se rifan una fórmula mágica que les hará montarse al verde del dólar de por vida.

La trama de espionaje y contraespionaje a dos y tres bandas nunca decae. Owen y Roberts mantienen el pulso alto durante todo el film, reconstruyendo el plan en sus recuerdos a través del tiempo pasado, mientras que en el presente se recelan, desconfían, tratan de desvalijar a dos peces gordos, todo al mismo tiempo que va naciendo entre ellos una peculiar y muy ingeniosa historia de amor.

Duplicity no traiciona a nadie. El que buscara en ella la película del año, se habrá llevado un buen fiasco. Para los que buscábamos entretenimiento, hemos disfrutado como enanos. La partida de espías diseñada por Gilroy cuenta con grandes jugadores. Ni más ni menos que Clive Owen, Julia Roberts, Tom Wilkinson y Paul Giamatti. Todos se creen listos, pero hay unos más que otros. Recomendada.

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