Small time crooks (2000)

small_time_crooks_xlgDirección: Woody Allen 
Guion: Woody Allen 
Producción: Dreamworks
Fotografía: Fei Zhao
Montaje: Alisa Lepselter
Música: Jill Meyers
Reparto: Tracey Ullman / Woody Allen / Elaine May / Michael Rapaport / Hugh Grant / Tony Darrow / Larry Pine / Jon Lovitz
Duración: 94 min
País: Estados Unidos 

Puede que la primera media hora de Granujas de medio pelo sea, aun a riesgo de caer en la exageración, lo mejor que se hizo en el género cómico durante la pasada década. Pocas veces me he reído tanto con una película. Qué divertido es encontrar una buena comedia. Aunque claro, si miras el nombre de quien la firma, Woody Allen, apuestas sobre seguro. Solo a él se le podía ocurrir un planteamiento tan disparatado partiendo de una premisa tan básica: un ladrón de poca monta idea un plan para atracar un banco. Para ello, tiene pensado alquilar un local que está a pocos metros del banco y excavar un túnel hacia la sala donde están las cajas fuertes. Pero claro, debe haber una tapadera y ha pensado colocar a su mujer, siempre cocinó buenas galletas, en el mostrador con tal de vender unas cuantas de estas.     

Desde que debutó en esto del cine, allá por 1969 con Take the money and run, el nombre de Woody Allen puede asociarse, tranquilamente y para bien del espectador, al estajanovismo más salvaje. Su manera de trabajar sigue un ritmo muy concreto: película por año. De hecho, tan solo hay cuatro excepciones a esta regla, los años 1970, 1974, 1976 y 1981 en los que, peccata minuta, no estrenó ningún film. En el año 2000 le tocaba a la cinta que aquí nos ocupa, interpretada, además, por él mismo. De corta duración y con una Tracey Ullman espectacular -lo mejor que ha hecho esta mujer en su carrera de largo- la película explota las posibilidades, fotografía de Fei Zhao de por medio, que ofrece la casposa vida de unos entrañables ladronzuelos. Los diálogos son muy graciosos y las situaciones creadas te divierten mucho. Es una comedia explosiva, sin frenos, a la que solo le podemos reprochar la abismal diferencia, en cuanto a nivel e ingenio, que existe entre los primeros treinta minutos y el resto de la narración.

El paisaje interclasista que pincela Woody Allen está muy conseguido. La alta clase neoyorquina queda retratada de una manera mordaz, destacando así la figura de Hugh Grant. La burlona caricatura de la cultura empresarial y la charlatanería que acompaña a la jet set está muy bien servida. El cineasta, en el fondo, realiza un homenaje a la figura del bribón, de aquel que sobrevive entre tanto tiburón. Geniales, en este sentido, Woody Allen, Tracey Ullman y una divertidísima Elaine May.   

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