Stromboli, terra di Dio (1950)

stromboliDirección: Roberto Rossellini 
Guion:
 Roberto Rossellini / Sergio Amidei / Gian Paolo Callegari / Art Cohn / Renzo Cesana

Producción: Berit Films / Bero Productions / RKO Radio Pictures
Fotografía: Otello Martelli 
Montaje: Roland Gross / Alfred L. Werker
Música: Renzo Rossellini 
Reparto: Ingrid Bergman / Mario Vitale / Renzo Cesana
Duración: 107 min
País: Italia

Dicen que la guapísima Ingrid Bergman quedó cautiva ante la maravillosa Roma, città aperta (1945). Quería trabajar con Roberto Rossellini, formar parte así de la filmografía de uno de los máximos exponentes del neorrealismo italiano. Y con esas, en 1950, llegó Stromboli, terra di Dio. Llegó así el inicio de la ansiada colaboración entre la sueca y el italiano, su flechazo amoroso y unos cuantos hijos entre los que destaca la figura de Isabella Rossellini. Pero esto no es más que puro chismorreo, secretos entre bambalinas de una película célebre que focaliza su atención sobre Stromboli, isla siciliana que da título a este film. 

Esta es la historia de una reclusión, sin más. La psicología empleada por Roberto Rossellini es digna de admiración. Desde el primero hasta el último plano la sensación de angustia está presente. Así, la historia de Karen, interpretada a las mil maravillas por Ingrid Bergman, es descorazonadora. Desde el campo de concentración inicial hasta una isla remota al sur del Mediterráneo. ¿Qué ha sido de su vida? ¿Dónde está su tierra, su gente, su lugar? Está perdida, sola y desamparada. No tiene nada ni a nadie. Las mujeres del pueblo la miran con recelo, los hombres la observan lascivamente y ella no entiende las dinámicas autóctonas. La pesca, el volcán y las pequeñas idiosincrasias isleñas terminan por marchitar la ilusión de nuestra protagonista. Qué historia de amor más triste la suya con Antonio. 

Stromboli es una película agreste, durísima. El cineasta explicita, cual estudio antropológico, las condiciones de vida en la Italia sureña cercana a los años cincuenta. La esperanza por un futuro mejor queda en suspensión, debatiéndose a la vera de un volcán en erupción. Todo ello termina por conformar un relato amargo y desangelado. Un drama con mayúsculas que no alcanza, ni mucho menos, la idealizada perfección con la que muchos asocian a este film. Si bien Rossellini despierta cierto grado de empatía con esta hiriente narración, lo cierto es que la misma no emociona como debería. En todo caso, un clásico del cine italiano de muy buen ver. 

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